El poderoso vuelo del Cernícalo de América (Falco sparverius)
En la fotografía una pareja de cernícalos, Halconcitos colorados o Cuyayas, descansan atentos en un árbol del hoyo 10 del magnífico campo de Diente de Perro (República Dominicana). Fueron vistos y fotografiados durante el Latin America Amateur Championship en enero de éste año 2016.
A la derecha está el macho, de color rufo (color zapote rojizo) con gotas negras y las cobertoras de las alas de color gris plata con puntos negros. En la parte inferior y en la cola se pueden observar plumas firmes y compactas de color casi naranja y una franja negra. A la izquierda está la hembra, más grande y robusta, de color rufo con rayitas, de pecho color crema. Ambos tienen en la cara las mejillas blancas enmarcadas por dos líneas verticales; en la nuca se ve una pequeña mancha oscura y el perfil del pico se delinea ganchudo, fuerte y corto. Una muesca en el pico, como un remedo de diente, es característica del género Falco (halcón).
Los cernícalos pertenecen al mismo género que el Halcón peregrino (Falco peregrinus), el animal más veloz del planeta. Miden entre 23 y 27 cms de la punta del pico a la punta de la cola y tienen una envergadura de 51 a 61 cm (medida de las extendidas). Pesan entre 125 y 138 gramos. La velocidad que alcanzan los halcones en picada sobrepasa los 300 km por hora.
A diferencia del halcón peregrino, que habita en casi en todos los continentes, el cernícalo americano tiene por hábitat toda América, desde Canadá hasta Tierra del Fuego, incluyendo las islas caribeñas pero excluyendo la Amazonía. De esta especie hay cerca de 17 subespecies (o razas) conocidas. Estas 17 razas varían en coloración y tamaño.
Estas pequeñas rapaces son comunes en zonas abiertas tan diversas como campos de golf o zonas agrícolas. Se ven perchados no solo en árboles, sino en postes de luz, cables eléctricos, alambrados y estructuras hechas por el hombre como torres de energía. Son aves rapaces diurnas diseñadas y equipadas para la persecución a alta velocidad en campo abierto, de alas puntiagudas que les permiten volar en picada sobre las presas desde 20 a 30 metros de altura, estén las presas en el aire o en el suelo. Las perchas altas en áreas abiertas les dan la ventaja sobre las presas. De los intentos de caza al vuelo, el 30% son para atrapar insectos y otras aves. El resto de sus lances los dirigen hacia pequeños mamíferos, principalmente lagartijas, ratones, anfibios o reptiles, animales que no tienen escapatoria. Eventualmente guardan la caza para momentos de escasez.
Rara vez pensamos en los campos de golf como territorios posibles de distintas especies animales. Una de ellas es la de los cernícalos. Los hombres estamos rodeados de fauna: convivimos con ella, nos rodea. Y luchan por sobrevivir entre nosotros. No son sólo palomas, tórtolas o siriríes las que se posan en cables y alambrados. Esas sombras que cruzan sobre nuestras cabezas pueden ser especies tan hermosas, coloridas y elegantes como la de los cernícalos, de cuyo asombroso vuelo en picada podemos ser testigos, incluso en las pequeñas pausas que nos ofrece el juego.
Solamente una vez pude ver al cernícalo cazando, y fue precisamente en un tee de salida. Pienso que con razón y sabiduría, el vuelo de las aves ocupó el estudio acucioso de Leonardo Da Vinci, que lo dejó plasmado en increíbles dibujos y en esbozos para alcanzar el sueño de Ícaro: moverse en la atmósfera sin tocar tierra.
Vicky Vergara de Meissner – vickymeissner09@gmail.com
Corrector de estilo: Alejandro Bayer – alebayert@gmail.com
Bibliografía:
- Biopedia.com
- Márquez C.,Bechard M., Gast F., Vanegas V.H. 2005. Aves rapaces diurnas de Colombia. Instituto de Recursos Biológicos “Alexander von Humboldt”. Bogotá, D.C. – Colombia 394 p.
Nota: Las fotografías son el resultado de una paciente cacería fotográfica de Eduardo Pérez, Director de la revista Fairway, quien no pierde la ocasión para capturar no solo los mejores momentos en el golf, sino la magnífica fauna con la que compartimos estos espacios abiertos.