Mirar hacia arriba… mirar al Cielo

Mirar hacia arriba… mirar al Cielo

¡Mirar hacia arriba y encontrar un águila! Eso le pasó a nuestro Director Eduardo Pérez- Paris, quien encontró́ un águila pescadora en el lago principal del Campo 1 del Club Campestre Guaymaral (Bogotá́). Apuntó su cámara al ave en vuelo, la siguió́ y tomó estas magníficas fotos cuando ella se perchó en uno de los eucaliptos de la arboleda del hoyo 17. Las fotos son un compendio de detalle.

Por Vicky Vergara de Meissner, perteneciente a la Asociación Bogotana de Ornitología (ABO), en exclusivo para la revista Fairway

La presencia del águila pescadora causa sorpresa. ¿De dónde viene? ¿De dónde aparece? “Sencillo.” El águila pescadora (Pandion haliaetus) es un ave rapaz diurna que llega a nuestro país procedente del norte de Norteamérica, donde anida, aunque su presencia no está restringida a América: se la encuentra en todos los continentes (salvo en la Antártida).

Normalmente solitaria, migra en grupos cuando las temperaturas bajan en otoño. En octubre ocurre la gran migración; la fecha es exacta y predecible. Antes del viaje, aumenta el alimento y hace reservas de grasa en su cuerpo. En ocasiones es el único alimento que ingiera hasta llegar a su destino, miles de kilómetros al sur. Llegado el momento empieza a reunirse con otras aves de su especie y con grupos de gavilanes migratorios (Gavilán aliancho [Buteo platypterus]), Gavilán de Swainson [Buteo swainsonii]…) y gallinazos de cabeza roja (gualas [Cathartes aura]) para emprender la azarosa migración. Cientos de aves se remontan al cielo al comienzo del día en las columnas de aire caliente que se forman desde el suelo. Una vez lograda la altura que desean, las aves planean y cuando pierden altura, cambian a diferentes corrientes térmicas que les permite avanzar cientos de kilómetros diariamente con un gasto mínimo de energía.

Las rapaces ganan altura a medida que avanza el día, logrando casi desaparecer en el cielo al medio día, cuando las corrientes térmicas logran mayor altitud. Cuando baja el sol, el grupo baja y busca los valles o los bosques en los cuales altos arboles ofrecen buena percha para descansar. A la mañana siguiente reanudan el desplazamiento, y esto hasta completar una o dos semanas, dependiendo del destino final.

Una de las rutas de migración obligada es Centroamérica. Vuelan sobre la península de Yucatán y continúan hasta “entrar” a Suramérica por el Urabá antioqueño, para de allí́ distribuirse por todo el sur de América, llegando hasta Chile y Argentina (a la Provincia de Valdivia). Por diferentes rutas cubren territorios como el lago de Maracaibo y la cuenca amazónica. Se guían por el campo magnético de la tierra, por el sol y por referencias geográficas como las montañas y los ríos. El mismo viaje lo harán de vuelta en abril para anidar en la abundancia de la primavera. Esta información se transmite de generación en generación. ¡Fascinante!

Las corrientes térmicas de aire caliente son columnas de aire ascendente. Para entenderlas, basta observar los grupos de chulos o gallinazos que planeando dibujan círculos en el cielo. Si se vive en la región andina, entre septiembre y noviembre, podría tratarse de un grupo de rapaces en su migración anual; se pueden diferenciar aves grandes de alas grandes y gavilanes pequeños de alas redondeadas en los extremos.

El águila pescadora mide 58 cm de la cabeza a la cola. Su envergadura (distancia entre los extremos de las alas), entre 152 y 167 cm. Las alas angulosas, en forma de M, se diferencian de las alas de los gallinazos (rectas). En cuanto al color: las alas son claras con castaño oscuro en los extremos y café́ por encima; la cabeza y el vientre son blancos; los ojos son de color naranja y los atraviesa una máscara oscura. Tiene un pico ganchudo y fuerte, y las garras…: ¡observe la foto e imagine el agarre!

El águila pescadora busca aguas dulces o salobres, lagos, lagunas y ríos, o estaques, inclusive costas marítimas en que haya peces. Esa es la base de su alimentación. Ubica el pez desde el aire. Antes de zambullirse adelanta sus garras escamosas, atrapa el pez y lo acomoda con la cabeza hacia adelante para evitar la fricción del aire. El agarre de la presa es tan eficaz que, cuando la presa es demasiado grande y su peso un lastre excesivo para el vuelo, no la puede soltar y el águila se ve en la necesidad de tratar de alcanzar la orilla a nado, no siempre con éxito.

Es posible encontrar durante todo el año algún que otro ejemplar joven que, al no estar listo para la reproducción, espera al siguiente año para unirse a los adultos y volver al norte a anidar.

Mirar hacia arriba puede ofrecer gratificantes sorpresas. Pocas veces lo hacemos con atención. En el cielo habita todo un mundo que se mueve desafiando el viento y la gravedad: pequeñas y rápidas golondrinas; vencejos con alas en forma de tabaco y cuerpo con forma de boomerang, que casi nunca se posan y viven de imperceptibles insectos; gallinazos solícitos en la limpieza del planeta; y si somos afortunados y si en nuestro campo de golf hay un lago suficientemente grande con peces, podemos contemplar una águila pescadora, pescando o en alguna percha alta cercana desde la cual, inquisitiva e imponente, observa lo que en el mundo abajo se desliza.

 

Bibliografía:

  • Asociación Red Colombiana de Reservas Naturales de la Sociedad Civil Asociación para el Estudio y la Conservación de las Aves Acuáticas en Colombia Calidris WWF Colombia 2003-2004. Manual para el monitoreo de aves migratorias.
  • William S – B Wheeler.2001. Hawks of North America
  • Márquez C., Bechard M., Gast F., Vanegas V.H. 2005. Aves rapaces diurnas de Colombia. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos “Alexander von Humboldt”. Bogotá́, D.C. – Colombia. 394 p

Fotografías:

  • Eduardo Pérez- Paris
  • Secuencia FOTOS águila pescadora pescando: Gonzalo Vallejo (Versión Digital)

Corrector de estilo:

  • Alejandro Bayer, PhD Filosofía (alebayert@gmail.com)
 
 
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