¿Nos estamos volviendo locos?
Interesante reflexión de Carlos de Corral sobre las jóvenes promesas y la manera de llevarles de sus padres
Gracias a mi profesión, tengo la suerte de disfrutar en directo de los mejores torneos de Europa a nivel amateur y profesional. En los amateurs es dónde compiten las promesas que en un futuro próximo serán jugadores de talla mundial, miembros del Circuito Europeo, PGA, LPGA… Incluso alguno de ellos seguro que acaba compitiendo en una Solheim Cup, Ryder Cup o Masters.
El nivel de estos chicos impresiona, en un segundo te das cuenta del trabajo y dedicación que hay detrás. Cada vez pegan más fuerte, son más precisos con los hierros largos y meten más putts. Sólo hay que ver los resultados para darse cuenta de que son mejores en todas las facetas del juego respecto a los mismos chicos de hace 20 años. Es cierto que ahora los materiales han mejorado pero la clave son las horas de trabajo y la ilusión de estos chicos y sus familias.
Las jornadas de competición parecen interminables. Ahora se activa 2 horas y media antes de jugar, se estira en el gimnasio, se tiran bolas, putt, campo… y después de jugar se vuelve a practicar para terminar con una buena sesión de gimnasio como si no hubiese un mañana. Todo este procedimiento se repite los lunes, martes, miércoles…y así día tras día y semana tras semana.
El resultado de tanto sacrificio son jugadores que parecen boxeadores, capaces de promediar 280 metros y de hacer 70 golpes en cualquier campo incluso sin estar pasando por un buen momento de juego. Realmente impresiona verles.
No sé si el juego en sí me gusta más o menos que el de hace 20 años, pero eso ya es un tema de gustos que no viene al caso. Lo que es seguro es que no puedes compararte con ellos, la realidad es que es más parecido el tenis al padel, que el deporte al que juegan estos chicos respecto al nuestro.
El caso es que soy de los que piensan que sin el sacrificio de unos padres “pantojos” es imposible que existan jugadores de este nivel. Últimamente se ha hablado mucho de los problemas de los equipos de fútbol con los padres, que si ha habido una bronca en Tenerife, que si el Atleti les ha prohibido entrar en los entrenamientos…
Lo único cierto es que por muy bueno que sea un profesor y por muy bueno que sea un niño, como no se entrene 4 o 5 días a la semana no hay manera de llegar al nivel del que hablé anteriormente. Esto implica que alguien tiene que llevar a ese jugador y alguien debe moverlo por los torneos donde están el resto de buenos jugadores. Al final son muchas horas y muchos días de sacrificio y sin un padre implicado no hay opción.
Al principio es bonito porque te lo piden y les gusta, luego ves que van progresando y piensas que con un poco más de aquí y otro poco más de allí, seguro que no se cometen los errores del último día y se puede competir con los de arriba. Después llegan los primeros éxitos y empieza el Run Run en la cabeza con el que piensas que, a lo mejor, tu hijo es bueno en esto el golf.
Una vez llegados a este punto ya no hay vuelta atrás. La competición es cada vez más divertida, se empieza a competir en torneos de primer nivel y los padres disfrutan casi más que los propios hijos. En casa sólo se habla de golf y se empieza a vivir una experiencia única.
Hasta aquí todo parece normal pero es éste justo al momento al que quería llegar. Nadie ha estudiado y a nadie le han enseñado a actuar cuando se llega a este punto sin retorno. La mayoría de estos chicos tienen cerca de 16 años y solamente piensan en jugar al golf y disfrutar. Ellos no ven más allá. Para ellos los estudios y su futuro son cosas demasiado lejanas como para preocuparse. En el colegio cada vez aprietan más y la competición cada día es más exigente. No es lo mismo ser de los mejores de un club cualquiera que competir en los mejores torneos nacionales.
Para colmo, aparece en escena un nuevo protagonista en esta historia: “¡la noche!” Ésta sí que es mala compañera de viaje y que complica todo aún más. El Jugador en cuestión no deja de ser un niño y debe hacer las cosas que corresponden a su edad y es aquí cuando surgen varias dudas a sus familias:
¿Dónde está el límite?
¿Podrá con todo?
¿Vamos a tirar por la borda todo el tiempo dedicado?
¿Qué puedo hacer para ayudar a mi hijo?
Hace poco leí en algún sitio que lo más importante dentro del deporte de Alta Competición es decir siempre la verdad. Estoy 100% de acuerdo. La verdad muchas veces duele, pero sin verdad se deja por el camino a más de un chico que merecía un futuro mejor.
Además, para mejorar hay que saber dónde se falla y como bien dice un buen amigo mío, la clave para llegar a la excelencia es la exigencia constante. Un ejemplo son los restaurantes con Estrella Michelín, jamás podrían conseguirla si sus cocineros no trabajasen con la misma exigencia cada día. Un simple error y el boca a boca hace que todo se vaya al traste.
Con el golf ocurre lo mismo, un mal análisis de una vuelta o el típico “no he metido un putt” para justificar una mala vuelta, hace que no se practique lo que se debe y que se pierdan de vista los objetivos.
Actualmente en España se ganan bien la vida jugando al golf unas 20 personas (a los que me gusta considerar genios) entre hombres y mujeres, con esto no quiero decir que su hijo no será uno de ellos, pero hay que tener en cuenta que el mayor es Jiménez con 53 años y el más joven rondará los 25 años, con lo que hay que ser de los 20 mejores del país durante un gran espacio de tiempo para conseguirlo.
Visto lo visto, parece casi más fácil ser notario o abogado del estado que golfista, por lo que como padre y persona cercana a estos chicos me veo en la obligación de decirles que primero a formarse y después a jugar a competir.
Con todo esto no digo que no deba ponerse toda la carne en el asador, faltaba más, estaría tirando piedras contra mi propio tejado. Los sueños hay que perseguirlos y luchar por ellos. Si siempre hiciéramos lo que toca no habría genios y personas a las que admirar. El mundo del deporte está lleno de historias mágicas con personas de carne y hueso que en un momento dado decidieron tirar hacia adelante sin pensar en las consecuencias. Lo peor debe ser quedarse con la sensación del “y si hubiese…”
Lo que debemos hacer los adultos que rodean a estos chicos es animarles a que estén comprometidos con los estudios, educarles en el esfuerzo y dar a nuestras jóvenes promesas todas las armas posibles para que luego puedan elegir un futuro. En España tenemos la suerte de contar con ejemplos como los de Jon Rahm, Rafael Cabrera-Bello, Azahara Muñoz, Gonzalo Fernández-Castaño…todos con carrera y que una vez terminaron sus estudios y tuvieron más balas en la recámara, optaron por lo que más les gustaba.
Una de las opciones que se tiene es estudiar en USA. En los últimos años se ha puesto de moda y da la sensación de que vamos a mandar a nuestros hijos allí y volverán siendo más altos, más guapos, más listos y haciendo 68 cada día.
Está claro que es una alternativa magnífica y que la mayoría de las veces sale bien pero ojo con lo que se hace. Hay miles de carreras y universidades distintas. USA es muy grande y en muchos de los casos se acaban estudiando carreras que sirven para más bien poco (hace unos meses tuve la oportunidad de estar en una de estas universidades y los alumnos sólo tenían 2 horas de clase a la semana), en unos estados donde pasan frío hasta los pingüinos y donde para colmo se acaba entrenando en canchas cubiertas.
Insisto en que me parece una opción a tener muy en cuenta y que la idea de aprender otro idioma a la perfección, entender otra cultura, jugar al golf y estar becado parece más un sueño que una realidad. Lo que digo, es que se debería tomar más en serio la elección de la carrera y la universidad a la hora de mandar a nuestros hijos allí. Además, en muchos de estos de casos, una buena carrera en España me parece más útil y mejor que la opción anterior, ya que:
El nivel de muchas carreras en nuestro país es reconocido internacionalmente.
Nos guste o no el deporte es tan exigente y piramidal que a los 18 años ya se puede decir al 99,9% quien no tiene opción de ganarse la vida jugando al golf, con lo que seguir entrenando en serio no debería ser un factor determinante en nuestra elección de una carrera.
Para terminar, destacar que en los últimos años se están haciendo cosas importantes y que desde empresas privadas e instituciones públicas se han creado programas para que estudiar en España no sea sinónimo de renunciar a la competición. La Universidad Francisco de Vitoria o La Universidad de Málaga son algunos ejemplos de universidades con programas de este estilo.
Con todo este rollo no he querido decirle a ningún padre lo que está bien, lo que está mal o lo que debe hacer. Cada circunstancia y cada familia es diferente pero si he conseguido que alguno de ellos le dedique 5 minutos más a pensar en el futuro de su hijo con los pies en la tierra y no en las nubes, ¡bienvenido sea!
Feliz 2017
Fuente: Golf Digest