La retirada de Hitler por el Golf Olímpico
Antes de la II Guerra Mundial Hitler vio la oportunidad de usar el golf para su propio beneficio, intentó meterlo en las Olimpiadas de Berlín en 1936, pero ante la negativa del Comité Olímpico creó el Torneo Premio de las Naciones dos semanas después, pero se le volteó la moneda en el último momento, y se vio obligado a retirarse al ganar los ingleses
Caracas, Venezuela, 6 de Agosto del 2016.- Mientras nos acercamos a los Juegos Olímpicos de Río, nos atraen las referencias de los últimos acontecimientos del Golf Olímpico, en su regreso desde que tuvo su última actuación oficial en 1904 en St. Louis. Uno de ellos es el intento del golf de ser Olímpico en las Olimpiadas de Berlín de 1936.
Sin embargo, muy poco se sabe sobre el torneo que tuvo lugar en el marco de las Olimpiadas de Berlín ese año, sancionado por nada menos que por el mismo Adolf Hitler, por iniciativa del presidente de la Federación Alemana de Golf (Deutscher Golf Verband), Karl Henkell. El Führer, curiosamente aceptó ofrecerse para tener una exhibición del golf en sus Juegos aunque para el momento era visto como un deporte elitezco jugado por un segmento de la sociedad germana que menospreciaba. De hecho, el no era ningún amante del deporte, pero tomó el consejo del ministro de propaganda Josef Goebbels, quien convenció a Hitler del valor de los Juegos en la promoción del nazismo, donde el golf podía ser mostrado como accesible al segmento masculino o femenino promedio.
El Comité Olímpico Internacional de la época, desalentados por la falta de interés de los entes que gobernaban el golf en los previos juegos, se rehusaron a incluir el golf en el Programa Olímpico de Berlín, declarando que la aplicación del país sede había sido introducida demasiado tarde. De cualquier modo, tanto Hitler como la persona que él había asignado para organizar el torneo, el Ministro del Exterior, Joachin von Ribbentrop que le gustaba jugar el golf, siguieron adelante, sólo que tuvo lugar un par de semanas después, en el delicioso pueblo de spa, el Club de Golf de Baden-Baden, se sostuvo el Golfpreis der Nationen (Premio de las Naciones), para lo cual se extendieron invitaciones a 36 países. Como resultado de los acontecimientos de los Juegos de Berlín, el mundo impresionado por la organización de los Juegos, pero disturbados por la clara promoción del Nazismo y por el abierto desagrado por las cuatro medallas de Jesse Owens afectando la supremacía Aria, nación por nación fueron declinando la invitación, respondiendo sólo siete, incluyendo el país sede, para jugar 72 hoyos stroke play en dos días, a razón de 36 hoyos diarios.
El primer día de las acciones en la cancha de Baden-Baden, Alemania tomó la delantera, cuyo equipo estaba integrado por el muy joven Leonard von Beckerath y C. A. Helmers, quienes terminaron los primeros 36 hoyos con total de 282 golpes sumando ambos scores individuales, cinco menos que el combinado francés, mientras que los ingleses quedaban provisionalmente en el 3er lugar, adelantándose a los acontecimientos, Ribbentrop decidió informarle al Führer que podía ser valioso que se acercara a Baden-Baden a presentar el trofeo, dado los acontecimientos. Este hecho fue “fascinante e intrigante” como lo expuso el golfista profesional escocés Sam Torrance, describiendo lo que escribió el reconocido escritor deportivo Alan Fraser en su libro, El Trofeo de Hitler: Golf y los Juegos Olímpicos, quien cubría los cuatro majors, así como cubrió The Open desde 1978 al 2014, y quien también ha cubierto seis Olimpiadas.
Su narración de cómo Arnold Bentley de Lancaster de Hesketh y Tommy Thirsk, natural de Ganton, población del condado de Yorkshire, donde ambos jugadores eran aficionados de gran nivel y de hecho, parece eran favoritos, y así lo terminaron demostrando, ya que mientras se disputaba el turno de la mañana del segundo día, Hitler salió hacia Baden-Baden para hacer la entrega del trofeo y disfrutar del éxito alemán, en la punta con tres golpes de ventaja sobre el equipo inglés, pese a los heroicos esfuerzos de Thirsk, quien acaba de batir el récor de la cancha con un 65. Sin embargo, nadie contaba con lo que estaba por suceder en la tarde, cuando el mismo Thirsk repetía la extraordinaria ronda matutina, con lo cual el conjunto inglés se imponía por cuatro sobre Francia que quedaba en el 2do, y por doce sobre Alemania, que se vino abajo en esa última vuelta. Lo que nunca sabremos es si la presión del juego vino por llevar la delantera o por saber que el propio Hitler venía a entregarles el trofeo.
La narración continúa, describiendo lo sucedido, donde ante la magnitud del desastre alemán, Ribbertrop partió en seguida con su vehículo para interceptar a Hitler y comunicárselo antes de su llegada, y según cuenta Fraser, éste enfurecido dio la vuelta y se regresó a Berlín, con lo que al final, fue Henkell, el presidente de la Federación Alemana de Golf, quien tuvo la tarea de entregar a la pareja inglesa el trofeo donado por el Führer. El “trofeo de Hitler” no tuvo una vida muy feliz a continuación, ya que a pesar de ser una ocasión histórica y ser ingleses los actores de la proeza, la procedencia de la bandeja no la hizo precisamente popular ante los ojos de la English Golf Union, de manera que la arrinconaron durante unos 20 años, cuando finalmente la cedieron al Golfers Club en 1955, pero este club desapareció y sus activos pasaron al escocés Leonard Sculthorp, socio del New St. Andrews, quien mantuvo el trofeo por 10 años para luego prestarlo al British Golf Museum, ubicado al lado del Royal & Ancient donde quedó hasta el 2011, cuando finalizó la cesión y su dueño lo puso a la venta en la subasta Bonham, donde el 1 de junio se cerró el ciclo del trofeo de Hitler.
Dos días antes de pasar la antorcha por Southport, ciudad de origen del Hesketh Golf Club, de donde procedía Bentley, el presidente del club, Derek Holden, adquirió la bandeja por 15.000 libras con los aportes de los socios. De forma que la bandeja vuelve a estar junto a los demás trofeos donados por Bentley en el club de Hesketh, y a la sombra del imponente abeto que el mismo Bentley también recibió como premio la tarde del 27 de agosto de 1936, cuando los organizadores alemanes le entregaron una pequeña maceta con la planta, la cual el inglés decidió sembrar allí a su regreso. Después de 76 años, este año 2016, justo en el marco de la conmemoración del Regreso del Golf Olímpico en Río, finalmente se reúnen la bandeja y el árbol, dos símbolos que recuerdan los dos ingleses que provocaron la forzosa retirada de Hitler, justo antes de comenzar la guerra.
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