Jugar al golf es una actividad esencial
Florida reabre campos y se une a los otros 37 Estados norteamericanos que permiten jugar a este deporte con algunas limitaciones
Durante unos días, antes de que se decretara la emergencia nacional en Estados Unidos por la pandemia del coronavirus, no era raro que los golfistas, aficionados y profesionales, agotaran los rayos de sol para exprimir su swing, conscientes de que se les acababa lo bueno; en Europa ya habían cerrado casi todos los campos y la competición se había quedado en stand by hasta nuevo aviso. La penalidad, sin embargo, no ha sido tanta, ya que según el portal GolfAdvisor apenas el 40% de los campos del país están cerrados, pues solo 13 Estados (Maine, New Hampshire, Massachusetts, Vermont, New Jersey, Pennsylvania, Maryland, Wisconsin, Illinois, Michigan, Minnesota, Washington y Nuevo México) han declarado la prohibición de jugar al golf, por más que en otros muchos no se vea un campo abierto. Aunque Florida ha reculado al determinar que este deporte es una “actividad esencial” para la salud y ya ha reabierto dos campos al norte, aunque el resto sigan cerrados. Es la receta norteamericana del golf, verde como el césped y el dinero.
La relación del golf con Estados Unidos es muy estrecha, al punto de que el país se detiene cuando se juega la Ryder Cup, siempre con el adalid Tiger Woods al frente, con el circuito más oneroso (PGA) y con el presidente Donald Trump, que negó las acusaciones de hacer trampas con los palos porque a este deporte lo juegan los caballeros. Sorprende, sin embargo, que solo haya 13 Estados donde se prohíba jugar, 22 en los que no hay restricción alguna, y 15 en los que existen limitaciones, como ir solo en el buggie y no salir al campo más de dos personas por turno. Pero al ser tan grande el país, todo va por fases y la tendencia será la clausura gradual. Aunque por el momento no sucede lo mismo en Arizona, donde está instalado John Rahm, segundo en el ranking mundial de una temporada que presumiblemente quedará incompleta.
“Solo salgo para comprar comida y para entrenarme en el campo de Silverleaf. Por suerte, aún está abierto y puedo jugar. Utilizo mi propio buggiey llevo unas toallitas desinfectantes para limpiarlo antes de subirme”, reflejó Rahm hace unos días, privilegio que en Europa pueden disfrutar en Suecia y, desde hace unos días, en Dinamarca. Resulta que Arizona incluyó los campos de golf como esenciales en su orden ejecutiva e incluso este fin de semana se disputó un torneo femenino del Cactus Tour [para aquellas jugadoras que están fuera del circuito estadounidense]. Medidas que ya aprueba Florida.
“No queremos que las personas se sientan atrapadas o aisladas en sus hogares. El clima es bueno; hay que buscar la manera de salir y disfrutarlo con distanciamiento físico”, resolvió el gobernador, Ron DeSantis. Días antes había emitido una orden para cerrar todos los negocios no esenciales por un mes. Pero ahora alega que la hostelería es un bien esencial para la zona y, casualmente, coincidirá con la temporada alta del golf elitista en The Villages, donde se reabren los campos. Decisión económica que desde New Hampshire ven con buenos ojos porque ya hay recolección de firmas para reabrir los campos. Entre otras cosas porque, según estudios económicos, la industria del golf en EE UU aporta unos 77.000 millones de dólares anuales al PIB nacional.
Pasión y repercusión económica que no es equiparable a España, donde todos los campos se mantienen cerrados desde el estado de alarma. Aunque existió cierta polémica por su cuidado. “El campo es un ser vivo y si se le deja de dar de comer, muere. Sin unos servicios mínimos, el perjuicio que sufrirían los clubes será devastador”, defienden desde la Federación Española de Golf, que cursó una petición al Gobierno para que se pudiera hacer un mantenimiento mínimo de los campos, finalmente solucionado por el artículo 4 del Real Decreto-Ley 10/2020, que permite establecer el número mínimo de plantilla con el fin de mantener la actividad indispensable.
Fuente: El País