Qué es el golf (entre otras cosas)
El golf, entre otras cosas, es que un gran campeón como Álvaro Quirós pueda volver a ganar cinco años y medio después de su última victoria. Que lo haga tras pasar días, semanas, meses (y yo diría que hasta años enteros) en los que apenas intuía una luz al final del túnel y hasta renegaba de la bolsa y los palos. Esto, por ceñirnos a la más rabiosa actualidad y a la gran noticia de la pasada semana. Álvaro está de regreso y de paso nos ha recordado que lo más importante es no desfallecer. Él nunca llegó a tirar la toalla, incluso caminando a tientas. Es golf, es deporte y es lección de vida.
El golf, entre otras cosas, y de un modo único, personal e intransferible, también es esto otro. Ocurrió el sábado pasado en La Cala Golf, durante el partido de match play que libraban Maarten Lafeber y Pablo Martín, correspondiente a los dieciseisavos de final del Andalucía Costa del Sol Match Play 9. En el hoyo 4 el holandés pegó una salida horrorosa, muy corta, capotada, hacía la izquierda, enviando la bola directa hacia una vaguada abarrotada de árboles y arbustos, marcada como obstáculo de agua. Un pequeño infierno. El malagueño, por su parte, conectaba un drive magnífico, al sitio.
Para que se hagan una idea, Lafeber tuvo que dropar en el tee de rojas y tras anotarse la correspondiente penalidad le quedaba un tercer disparo a green muy largo. No sólo era largo, sino que además no tenía ni por asomo visión alguna del green o la bandera y no era tan sencillo acertar con la dirección…
(En este punto, antes de continuar con el relato de esta pequeña historia, hay que puntualizar que el partido venía empatado, lo que es mucho decir en un duelo a sólo nueve hoyos, con mucho menos margen para el error y las concesiones).
Pues bien, lo que hizo Pablo fue acercarse un poco a la posición de Lafeber y situarse en línea entre el holandés y la bandera, hablándole y haciéndole señas, hasta que Lafeber (que estaba jugando con caddie, por cierto), orientó definitivamente su posición en la dirección correcta. Lo de menos es lo que ocurrió a continuación, pero lo contamos de igual modo: Lafeber pegó seguramente el tiro del día con un palo muy largo y se dejó una gran opción de salvar el par (juraría que el putt no tenía más de dos metros), aunque luego no la convertiría y el español ganaba el hoyo. Uno arriba y cinco por jugar (Pablo se impuso por 3 y 2).
Todo un remanso de paz y armonía en un país donde llega a parecernos natural que un futbolista, desencajado, exija airadamente al árbitro que enseñe la segunda amarilla a un rival y colega de profesión.
Fuente: Ten Golf