Walker gana el PGA y reafirma el desafío imbatible del golf
Jimmy Walker (-14) se ha llevado la 98ª edición del PGA Championship, el cuarto y último Grande de la temporada, como si llevara haciendo estas cosas toda su vida: líder del torneo de principio a fin, con una última ronda libre de bogeys y después de jugar 36 hoyos en la maratoniana jornada final de domingo, en la que las tormentas dieron al fin un respiro al Baltusrol Golf Club. El Trofeo Wanamaker tiene un nuevo y digno dueño, ganador hasta la fecha de otros cinco torneos del PGA Tour.
El estadounidense de 37 años, nacido en Oklahoma, aunque texano a todos los efectos, completa de este modo el impagable cuarteto de ganadores primerizos de Grandes del año 2016: Willett, Dustin Johnson, Stenson y Walker. Desde que Tiger Woods, el último gran dominador del golf mundial, ganara su último major, el US Open de 2008, sumamos ya la impresionante cifra de 21 ganadores primerizos de Grande. Son 21 de 34 posibles. Este es el desafío imbatible que el golf mantiene firme: ningún otro deporte en la actualidad es tan abierto, ningún otro plantea semejante reto a sus grandes campeones ni seguramente deja tanto margen a la épica. Es una realidad tozudamente demostrada: cada vez que se reúnen alrededor de 150 jugadores para disputar uno de los cuatro Grandes del año (salvo en el Masters, con una nómina más reducida), quizá haya sesenta o setenta ganadores en potencia, puede que alguno más, en la línea de salida.
Incluso si nos vamos hasta el Masters de 1997, primer Grande ganado por Tiger, las cifras son reveladoras: desde entonces hasta hoy han pasado veinte temporadas completas con sus cuatro Grandes y en este periodo sumamos hasta 42 ganadores novatos (42 de 80 posibles). O lo que es lo mismo: uno de cada dos Grandes se lo lleva un jugador que hasta la fecha no había ganado ninguno. Tiene esto mucho que ver también, por supuesto, con otra de las características que hacen del golf un deporte único e irrepetible: la longevidad de sus estrellas; la posibilidad diaria de ver competir a veinteañeros y cuarentañeros al más alto nivel y casi en igualdad de condiciones, cada cual sacando partido a sus talentos.
Jason Day (-13) se puede marchar tranquilo a donde quiera que vaya (a los Juegos de Río no, desde luego), tras defender con honor y orgullo de campeón su título del año pasado. Su eagle del 18 para darle chispa a la recta final y dejarse una opción real de forzar al menos un desempate, sólo está en las manos de los escogidos. El hierro 3 a las nubes que pegaba de segundo golpe a más de 230 metros de la bandera, para dejarse una opción de eagle de tres metros y medio, pagaba el precio de cualquier entrada él solito.
Tiene toda la lógica pensar que el putt de birdie de Walker en el 17 fue la clave final de su victoria. Pero si ampliamos el plano quizá fuera más importante todavía el birdie que sacaba en el hoyo 10, embocando desde la arena. Después de firmar nueve pares y a pesar de tener el control de la situación, lo cierto es que tenía ya a unos cuantos morlacos echándole el aliento en la nuca y su vuelta no terminaba de arrancar. Aquel golpe desde el bunker, tan maravilloso como oportuno, terminaba de templar al templado Walker, que acto seguido enchufaría en el 11 un putt de unos nueve metros.
Rafa Cabrera Bello, que con todo el desfase meteorológico finalizaba su participación horas antes de que los últimos partidos salieran a jugar la última ronda, ha acabado en el puesto 49º. No será una semana que deje huella en el canario, que a estas alturas de su carrera se exige mucho más a sí mismo, pero quizá si recuerde por mucho tiempo esos últimos quince hoyos en Baltusrol, con un parcial de seis menos y un golf arrebatador. Pinche aquí para consultar los resultados.
Fuente: tengolf