Trucos de la mente: el desafío de los amateurs para controlar la ansiedad de llegar al Masters de Augusta
SANTIAGO DE CHILE.- El golf es concentración, precisión para impactar la pelota en el punto exacto. Un balance certero entre la velocidad del swing y el equilibrio del cuerpo. Y como todo deporte, provoca ansiedad, impaciencia y temor a ganar cuando hay un premio grande en disputa. El francés Jean Van de Velde podría brindar un seminario sobre el tema: en el British Open de 1999 tenía todo para atrapar la Claret Jug pero terminó cariacontecido, con la pelota hundida en la laguna del 18 y los pantalones arremangados. Fue la imagen de la frustración, la catástrofe más grande que se recuerde en este deporte, porque llegaba al hoyo final con tres golpes de ventaja respecto de Paul Lawrie y Justin Leonard y su nombre estaba siendo grabado en la copa.
El Latin America Amateur Championship es, en muchos sentidos, una lucha contra la angustia. El torneo entregará este martes un pasaje al Masters, y en esa puja habrá un grupo de veinteañeros aspirantes a profesionales, que todavía necesitan curtirse con muchas horas de competencia. Todos persiguen esa zanahoria que les cambiará la vida, por lo menos la deportiva. Y claro, un posible drama golfístico anidará en cualquier rincón de la cancha de Prince of Wales.
Jaime López Rivarola es el argentino que se metió en la lucha final en el par 71. Con una tercera vuelta de 73 (+2) y un total de 210 golpes (-3), bajó al segundo puesto y quedó a un golpe del mexicano Alvaro Ortiz. El jugador surgido en CUBA tiene en la misma línea del tablero a sus más fieros competidores: los locales Toto Gana (defensor del título) y Joaquín Niemann, el Nº 1 del mundo. Si López Rivarola llegara a ganar, se sumaría a Angel Cabrera para actuar en el Augusta National en la primera semana de abril, justo cuando las flores del campo se abrirán en todo su esplendor.
¿Qué pasa por la mente de este fanático hincha de Estudiantes de la Plata, que con un fibrón escribe en sus pelotitas «León», «Verón» y aquella goleada ante Gimnasia «7-0» cada vez que sale a jugar? «Soy muy racional, trato de que los errores en un hoyo no me afecten para el siguiente, como pude hacerlo después de cometer el doble bogey del 17 en la tercera ronda». Más allá de fórmulas psicológicas, le resulta casi imposible desatender lo que ocurre a su alrededor, como le sucedió luego de ubicarse líder tras la segunda jornada: «Mi celular explotó con mensajes de felicitaciones y no pude responder a todos, pero me ayudó a pasar el tiempo y no pensar tanto en la chance de ganar. Además de dos amigos que me acompañan, trato de relajarme con la pileta y la mesa de ping pong que tenemos a disposición». ¿Conciliar el sueño? Complicado: «Me levanté a las 5 de la mañana y me costó volver a dormirme. De hecho, a las 6.30 ya tenía que estar despierto para ir al club».
«Todavía faltan 18 hoyos y Augusta no es un pensamiento tan concreto, porque no podés imaginarte lo que se siente si te tocara jugar ese Major» (López Rivarola)
Como si fuera un letrero luminoso que no deja de titilar, la palabra «Masters» genera un magnetismo especial y repercute insistente en la cabeza. «Cuando iba hacia la cancha pensaba: ‘¿Qué pasaría si en la última vuelta me fuera bien?’, pero enseguida trataba de volver a lo que estaba haciendo. Todavía faltan 18 hoyos y Augusta no es un pensamiento tan concreto, porque no podés imaginarte lo que se siente si te tocara jugar ese Major», reconoce el egresado de la Universidad de Georgia, que ya se probó en aquel campo mágico gracias al vínculo de esa entidad con socios del exclusivo club.
El chileno Toto Gana ya palpó la sensación de alcanzar ese inmenso objetivo para un aficionado: se consagró en el LAAC 2017 en Panamá, aunque procesó aquel fantástico triunfo con algún delay: «Me pasó que después de transcurridas cinco horas de finalizado el campeonato, ya cuando estaba en el hotel, me desperté y me dije: ‘Uy, voy al Masters’. Solo ahí caí en la cuenta».
El grupo de ocho golfistas argentinos está coordinado por los coaches Matías Anselmo y Juan Ignacio Gil. «A nuestros jugadores les enseñamos que no hay que anular pensamientos, sino lidiar con ellos. Jaime es muy inteligente y casi no hizo una mueca con aquel doble bogey que sufrió. A veces es mejor que exteriorice más sus emociones, porque guardar todo adentro no es lo mejor», apunta Anselmo, director de Alto Rendimiento de la AAG. Gil también explica cómo es el abordaje con los chicos: «El mensaje es entender que es un torneo más, al margen de que el premio al ganador es demasiado grande. La búsqueda es dar el ciento por ciento en cada tiro, porque en el golf nunca podés controlar el resultado».
Este martes, en los hoyos finales, el boleto del Masters estará girando en el aire y varias manos querrán atraparlo. López Rivarola procura tiros derechos al fairway y sentir que sus pies están siempre sobre la tierra.
Fuente: Gastón Saiz – La Nación