Constructor de Sueños
Primero el Junquito, con “El Serrucho”, y luego con las haciendas de café, La Faltriquera, San Gerónimo y San Andrés, de donde nació el Junko Golf Club hace más de 60 años, fue un sueño cumplido de su creador, Carlos Eduardo Brigé, definitivamente, un hombre para honrar y emular, cuyo reportaje apareció antes en la edición No. 22, luego en la No. 79 y ahora en la No. 125
Carlos Eduardo Brigé es un hombre singular, siempre hizo su propio camino, persiguiendo sus sueños por realizar, los cuales fue hilvanando a lo largo de su vida y carrera de “Constructor de Sueños.” Promotor de Bienes & Raíz exitoso, con una gran capacidad de juntar capitales, decide en medio de su mejor momento promover los alrededores de Caracas, particularmente las montañas de la Cordillera de la Costa, que dan al mar Caribe, a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar, con unas vistas increíbles y un clima inmejorable.
Nacido en La Vela de Coro, en 1894, Brigé fue un hombre hecho de si mismo, lleno de ingenio, particular tesón e increíble visión, además de ser muy leído, y por consiguiente, culto, de gran vocabulario y poder de redacción. Atraído desde pequeño por la historia y la poesía, además de no conocérsele nunca hablar mal de nadie, en el pensamiento de que “si no tienes nada bueno que decir, no digas nada.” A los 16 años su familia se va a Caracas, y consiguió trabajo en un banco, donde hizo muy buena amistad con Andrés Eloy Blanco, así como del Padre Borjas, y empeñado en hablar inglés, en su pensamiento de que el que no lo haga va estar perdido, se emplea en un barco y se va a Nueva York con un grupo, entre los que estaba Martín Feo y Germán Garmendia. Allá se emplea y se mete en clases de inglés gratuitas en una iglesia, para regresar a Venezuela a los dos años hablando perfectamente el inglés.
Se va a Maracaibo donde tenía muchos amigos y comienza a trabajar como representante de Chevrolet en Planchard & Cía., y aquí conoce el golf y comienza a practicarlo. A finales de los 20’s decide montar su propio negocio, escribe a los Estados Unidos logrando la representación de una marca de carros, al garantizarles que vendía 3 carros al mes. En 1936, comentando que “el clima lo estaba matando,” vende Zulia Motors a Muchacho Hns., se va Europa y regresa en 1938, cuando comienza a trabajar en bienes y raíces, compra y venta de propiedades, y hace la Urb. El Ávila, al noreste de La Florida, luego le siguió El Bosque, continúa con la parte norte de Bello Monte, siguió Colinas de Bello Monte, pero ya estaba enamorado del Junko, y decidió dejar lo que estaba haciendo en Caracas para irse a desarrollar El Junquito y El Junko.
Cautivado por el golf desde que lo conoció a temprana edad, lo que hiciera iba a tener algo que ver con golf, y así fue, “cuando hizo El Junquito, montó ‘El Serrucho’, que no era sino dos greens y dos tees enfrentados, e iban de allá pa’ca, donde también quedaba la Casa Vacacional del Presidente de la República, que para la época era el General Isaías Medina Angarita, y un día se les acercó el edecán del Presidente y les preguntó que si se les podía unir, y como ellos no tenían ningún problema, se les unió. El Junquito tuvo un éxito fabuloso, se vende en al acto y metiéndose en la zona, y conociendo a Los León, a quienes le habían un pedazo para el Junquito, con los precios del café por el suelo, le ofrecen a la venta las haciendas de café: La Faltriquera, San Gerónimo y San Andrés,” manifiesta su hija Gloria Brigé de Sucre. Y siguió, “Papá no lo pensó dos veces, y todo lo que había ganado en El Junquito, lo invierte y compra las haciendas por Bs. 200.000.” Vuelve a levantar su grupo de amigos, quienes le tenían una confianza enorme, haciéndoles ganar dinero con los parcelamientos en Caracas, lo respaldan y comienza a construir el Parcelamiento Junko Country Club.
“Comienza a hacer unas picas, llama al ingeniero municipal, de Caracas, porque en la zona no había, que para la época era Luis Wannoni, y con él, su asistente y yo, muchachita, recorrimos los terrenos en mula,” continua diciendo su hija Gloria. “Papá iba adelante explicándole; ‘ahí van los campos de golf, aquí va el club, aquí van las mansiones, aquí va esto, aquí va lo otro.’ Y yo, que voy de última, veo que el asistente le hace a Wannoni la seña del loco. Estamos hablando de una Caracas todavía muy despoblada, llegaba hasta el Guaire, Bello Monte todavía estaba en planos, Las Mercedes estaba en los comienzos de su parcelamiento, de manera que, eso de montar campos de golf en cerros no parecía de gente muy cuerda, yo llegué a mi casa llorando: ‘Mamá, dicen que mi papá está loco,’ ella contestaba: ‘mi amor no preocupes,’ como decía Bolívar: ‘los grandes majaderos de la historia los han llamado locos.’ Él, enamorado del Junko, decía: ‘Si en San José hubo el éxito, si El Junquito fue un éxito, esta belleza debe ser igual, con esta vista espectacular que se ve hasta el mar, -porque tu lo has visto- con este clima privilegiado y con sol,’ aquí tenemos todo ese ambiente de neblina, pero con un sol bellísimo, nos cambia el paisaje a una luminosidad maravillosa, y de pronto, se copa todo de neblina y no distinguimos ni los caddies.”
“La parte de arriba, en la zona del Junquito, era de muy poca vegetación, ahí abundaba el junquito -bambucillo así llamado, pero la parte de la montaña estaba intacta, -eso es zona verde- pero no había ni café, porque el café era de sombra, estaba más abajo, era una zona donde más bien había campesinos con sus conucos. Papá habló con esos campesinos y se los lleva para La Faltriquera abajo y les construye sus casitas, entre ellos está Pantaleón Santana y su señora Domitila, padres de Julián Santana, nuestro profesional y campeón de golf,” destaca Gloria su hija, y continuó, “Julián nace en La Faltriquera, abajo, sus casas con dos o tres dormitorios, su cocina, su salón, su porche en frente, porque a él le gustaba mucho los corredores en frente, casitas completas. A todos los que tenían sus casitas arriba se los llevó para abajo, les dio su pedazo de tierra alrededor de ellos, tierra que se les entregó con sus papeles y todo, con lo cual ellos hicieron sus conucos.”
Desde el mismo momento que concibió la urbanización, visualizó el Campo de golf. Entonces le escribe a la Asociación de Profesionales de Golf de Escocia, diciéndoles que tiene este proyecto de un club de golf y quiere que le recomienden a alguien, que le manden información sobre algunos profesionales de golf que estaban dispuestos a venirse a Venezuela. Estamos de una Inglaterra que acaba de salir de una guerra. Varios escribieron y es cuando ellos escogen a Jimmy Wilson, que se viene con su señora y es quien construye los primeros 9 hoyos que se abrieron en 1951, y luego diseña y construye los otro 9 hoyos con la participación de los Hermanos Miartus, Eduardo y Perfecto, que se estrenaron en 1958, con grama “Bermuda” para los fairways y “Bent” para los greens, únicos con esa grama en el país.
Igualmente, primero hicieron el Junko Country Club, conceptualmente separado para aquellos que el golf no fuera su pasión, para no cargarle con los gastos inherentes a la cancha. Empiezan a vender bajo el lema “brisas del mar con aire de montaña”, y comienza a construirse el Club de Golf, construyendo la primera Casa Club en el actual club de niños, pero no acepta, bajo ningún concepto, cambiar la topografía, por lo que no utilizaron tractores, sino animales y los campesinos de la región, que conocían muy bien la sensibilidad de la zona, de donde salió justamente archi popular Julián Santana, buenos árboles de buenas semillas. “El decía,” agregaba Brigé Sucre de su Papá: “eso es parte del encanto, eso es justamente lo que tenemos que preservar, no destruir, manteniendo su belleza y paisaje natural, su hábitat ecológico, el aire y agua pura.”
Una vez en Madrid con su amigo Luís Roche, le preguntó: “Mira Carlos Eduardo, sácame de dudas, porque un urbanista con el éxito brutal que has tenido, y con la posibilidad de hacer todos los millones del mundo en Caracas, desapareces del panorama y te metes en aquel cerro, sin acceso bueno y un concepto prácticamente nuevo, como la vivienda vacacional.” A lo que Brigé le respondió: “Mira Luís, no todo en la vida es hacer dinero.”