Jhonattan Vegas, el cuarto bate de Venezuela en el golf
Muchos jugadores de Grandes Ligas suelen preguntarle a Jhonattan Vegas por qué no se dedicó al béisbol. Después de todo, posee un swing precioso y certero, y él mismo asegura que con un poco de preparación puede pegarle a una bola a 90 millas por hora. Sin duda alguna.
Como si fuera poco, Vegas nació en uno de los países donde el deporte de las bolas y los strikes es punto de referencia, parte obligada de la nacionalidad, pero el venezolano sabe que el golf define su vida por encima de todo, como nada otra cosa.
«Esta es mi pasión, lo que disfruto y lo que siempre quise hacer», comentó Vegas, quien visitó la redacción de El Nuevo Herald. «No imagino mi existencia sin pegarle a una pelota, respirar el ambiente del campo, el espíritu competitivo de un hoyo a otro. Sin el golf no sería quien soy».
¿Y quién es hoy Vegas? Uno de los mejores golfistas del mundo que en esta temporada llegó a estar clasificado como el número 35 y que ahora podría estar iniciando la parte más interesante y prometedora de su carrera. Un hombre que conoce su meta y sus posibilidades.
Pero la historia de Vegas no puede explicarse sin Carlos, su papá, quien de niño se buscaba la vida recogiendo pelotas en un campo de golf en Caracas para reunir unas cuantas monedas. En ese momento no lo sabía, pero esos años de infancia tendrían una repercusión enorme en el futuro de su hijo.
Ya graduado de universidad y ubicado en el negocio del catering, Carlos comenzó a trabajar en campo de golf del oriente del país y sus cuatro muchachos pasarían la infancia en ese ambiente, compitiendo uno contra los otros.
«De dos o tres años puedo decir que ya jugaba golf», recordó Vegas. «Mi padre nos enseñó el valor de la disciplina, del trabajo, de competir hasta el final y nunca bajar las expectativas. Pero todavía en mi mente no pasaba competir de manera profesional, ni llegar al PGA Tour».
Primero vendrían los títulos regionales, los de Venezuela como juvenil. En el 2008 su vida cambió cuando se fue a Austin para estudiar en la Universidad de Texas, donde elevaría su nivel de jugador y se codearía con otras promesas de su generación que hoy le acompañan en los rankings profesionales.
«Es en este punto donde me doy cuenta de que puedo competir con ellos», explicó Vegas. «Y cuando me gradúo de la Universidad me dedico por completo al deporte. Primero en la escuela clasificatoria, hasta que en el 2011 paso al PGA Tour».
Primer venezolano en recibir tarjeta del Tour -las Grandes Ligas del golf-, Vegas conquistó en el 2011 su primer torneo en el Bob Hope Classic y luego se impuso dos veces en el RBC Canadian Open, aunque no todo ha sido color de rosa y ha experimentado su porción de altibajos.
«Todavía estoy creciendo como golfista, madurando, pero claro que falta mucho por mejorar», reconoció Vegas. «Siento que puedo hacer las cosas mejor alrededor del green, finalizar mejor cerca de cada hoyo. Cuando lo logre, poseeré un juego muy completo».
Para el 2018, la meta de Vegas es ubicarse entre los primeros 20 del mundo. Sin entrar en detalles, el venezolano de 33 años afirma que ya tiene un plan en marcha para alcanzar ese objetivo.
Vegas juega para él, para su familia, para Venezuela y todos esos jóvenes de su tierra que aspiran a seguir sus pasos en medio de una situación política y social que le preocupa muchísimo.
«Muchos de los mejores han salido de Venezuela y se encuentran acá», afirmó Vegas. «Nosotros estamos sembrando una semilla para que ellos puedan tener un referente y se sientan orgullosos. No es fácil dejar tu país atrás y comenzar de cero. Quiero que sepan que los sueños pueden hacerse realidad».
Fuente: El Nuevo Herald – Fotos: Jose A. Iglesias